lunes, 29 de agosto de 2011

Rastros de violencia - Una pequeña historia da comienzo...

1973, Estados Unidos.

La lluvia mojaba su gabardina nueva, pero daba igual, las ansias de venganza lo pueden todo. Los ojos amarillos llenos de rabia esperaban bajo la oscuridad en un callejón.

De frente podía ver la ventana de su víctima. Estaba sentado, comiendo y no paraba de reír. A su lado estaba el hombre que siempre estaba con él, peor que su propia sombra.

¿Cómo podía estar tranquilo después de todo el mal que había hecho?

En pocos minutos pagaría el precio por el sufrimiento que le hizo pasar.

Salió de aquel callejón, se dirigió hacia la puerta de aquel apartamento y subió las escaleras muy relajadamente hacia la puerta. Estando frente a ella por un momento pensó en romperla, pero era una persona educada.

Llamó a la puerta y pudo oír desde fuera como sacaba su pistola de la funda.

Desde dentro apuntaban a la puerta con una pistola y preguntaron:

— ¿Quién es?

Respondió desde fuera:

— ¿Así es como tratas a tu amigo James?

— ¿James? ¡James! Pasa amigo mío, ¡dame un abrazo!

— ¿Cómo estás, Roger?

— Pues bien, pero tengo que seguir escondiéndome de ese escurridizo chico, la semana pasada me pareció verle merodeando por el barrio.

— Seguro que hiciste algo a su familia Roger, siempre has sido un poco hijo de puta.

Recordaría su cara siempre. Después de oír esas palabras, afirmó lo siguiente:

— ¡Tú no eres James! ¿Quién eres?

— Vamos a empezar a jugar, te lo explicaré detalladamente…

Mientras, en otra parte de Estados Unidos…

— Bueno chicos, estamos frente al banco más importante de Estados Unidos, no quiero heridos ni víctimas, y eso va por ti Jim.

Jim le miró con cara de sorpresa y a la vez de rabia.

— Sabes que no hago nada malo si ellos se portan bien mientras hacemos nuestro trabajo Paul.

— Me da igual si se portan bien o se portan mal. Mantén lejos la ametralladora, lejos del cuerpo de cualquier persona que esté dentro, si te pillasen de nuevo esta vez no serían solo 3 años en la cárcel, serían como mínimo 10 ¿entendido?

— Sí — contestó de forma burlona.

Bajaron vestidos de monjas y con una careta que solo se les podía ver los ojos. Entraron decididos con la ametralladora en la mano y apuntando a todas las personas que se encontraban dentro del banco.

— ¡Esto es un atraco! ¡Todo el mundo al suelo! ¡No queremos tonterías!

Solo existía un pequeño problema, la policía se adelantó a sus movimientos.

— ¡Policía! ¡Arriba las manos! ¡No opongáis resistencia!

Paul estaba en medio de Jim y Frank. Primero miró a Frank y en sus ojos vio el temor y el miedo de ser trincado por la poli y luego miró a Jim y en sus ojos podía ver las ganas de apretar el gatillo y llevarse unos cuantos polis por delante.

Jim le miró a él, le guiñó un ojo y sin mediar palabra empezó a gritar:

— ¡Hijos de puta! ¡No me pillaréis vivo! ¡Vais a comer plomo!

Del arma empezaron a salir balas que iban sin ningún rumbo fijo. Aprovechando que la policía se escondía bajo las mesas, comenzaron a correr hacia la puerta sin dejar de disparar ni un segundo. Salieron y montaron en la furgoneta en la que les esperaba Clark.

Cuando subieron y le dijeron a Clark que arrancase se dieron cuenta de que la policía, fue mucho más lista que ellos…

3 comentarios:

BorjaSanchez dijo...

WOOOOOO!! que bueno!! ya se esperaba

Tienes que darle un nombre a esta historia y espero que tenga continuación: no nos dejes a medias jeje.

Anónimo dijo...

Como se llama la persona que escribe estas cosas?

Anónimo dijo...

primito eres un crack! :)
me ha gustado el detalle de que los atracadores se hayan vestido de monjas! jaja

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