martes, 7 de febrero de 2012

Rastros de violencia - Asesino silencioso

Después de siete horas y media durmiendo Paul se despertó, estaba como una rosa.

Estaba tumbado boca arriba en su cama y se quedó cinco minutos mirando al techo intentando asimilar lo que había sucedido la noche anterior en el bar.

Por más que pensaba no sabía que pasaba a su alrededor, no sabía si esas muertes eran a causa de la nota que recibió en su despacho o por otra causa que ahora mismo desconocía.

Se levantó, se preparó una taza de café y se quedó detrás de la cortina de su salón observando la calle intentando ver si alguien lo estaba esperando.

El primer nombre que le vino a la cabeza fue el de Chango y sabía que tenía que ir a verlo y contarle lo que había pasado, a no ser que ya se hubiese enterado. Chango vivía en un apartamento al lado del centro.

Con toda la gente que transitaba por el centro nadie intentaría matarlo. Se vistió, se puso su gabardina marrón y un sombrero a juego para intentar ocultar su rostro.

Llevaba escondida su Smith bajo su chaleco, toda precaución era poca. Cogió su coche, condujo hasta el centro y lo dejó a diez minutos andando de casa de Chango.

Fue andando por la acera de enfrente y observaba el portal de Chango intentando ver algo raro o ver si alguien lo seguía.

Entró en la cafetería que había frente al portal de la casa de Chango y se sentó en una mesa alejada de la puerta, pero que tenía delante un gran ventanal en el que podía ver perfectamente la calle y el portal de la casa de Chango.

Pidió una taza de café con leche y un trozo de tarta, tenía un hambre de muerte. Esperó a que se lo trajeran y con un semblante serio miraba por el ventanal esperando una luz verde imaginaria que le permitiría subir a casa de Chango sin ningún peligro.

Pasaron quince minutos y no había rastros de peligro, en su mesa todavía quedaba media taza de café y un pequeño trozo de tarta de chocolate, un poco mediocre, pero el sabor a chocolate lo obligaba a comer más y más.

A los veinte minutos se levantó, pagó y se dirigió al servicio antes de salir de la cafetería. Al salir del servicio volvió a mirar al portal a través del ventanal y vio cómo un hombre de estatura media con una gabardina negra y una espalda ancha entró por la puerta. No pudo ver su rostro.

Paul se alarmó, salió rápidamente de la cafetería y sin perder ni un segundo fue hacia el portal. No sabía si esa persona iría a buscar a Chango o no, ya que vivían más personas en el bloque de pisos y podría ser una persona inocente, pero si era alguien que quería eliminar a Chango a lo mejor sabía algo de lo que pasaba y Paul quería enterarse.

Antes de que se cerrara la puerta, Paul entró y muy lentamente subió por las escaleras. Pudo oír cómo se abría la puerta del tercer piso que era donde Chango vivía. Siguió subiendo y cuando iba por el segundo piso metió su mano dentro de su chaqueta y palpó su Smith. Al llegar al tercer piso vio la puerta de la casa de Chango abierta y sabía que las cosas no iban bien.

Entró cuidadosamente, sacó su pistola y apuntando hacia el frente entró en el salón y vio a Chango tumbado en el sillón. No le hizo falta acercarse para tomarle el pulso y comprobar si estaba vivo ya que el corte que había en su cuello hablaba por sí solo.

Lo único raro es que no se había oído ningún grito, ni nada que pudiese delatar al asesino. Se notaba que era rápido y sigiloso. Paul sabía que si no pensaba como el asesino su cuello sería el próximo en probar el acero del cuchillo.

Del salón se movió hacia un pasillo que había a la izquierda que llevaba a la habitación de Chango. En el pasillo había una cocina a la derecha y un servicio a la izquierda. Cuando se decidió a pasar por el pasillo sintió como alguien se movía rápidamente por la habitación de Chango.

Era como si el asesino no supiese que otra persona estaba en la casa, se acercó a la habitación, entró y vio a la persona que había visto entrar hace diez minutos buscando algo en el armario de Chango.

Paul lo encañonó y dijo:

— Yo que tú no me movería.

El asesino se quedo unos segundos quieto y luego se dio la vuelta muy rápidamente, algo que Paul no supo como encajar.

El asesino sacó su pistola y sin decir nada apuntó a Paul disparando dos veces. Paul se lanzó hacia atrás antes de que el asesino disparase, se metió en el servicio y cerró la puerta.

Su corazón palpitaba a gran velocidad y una gota de sudor recorría su frente. Todo estaba en silencio, pero por más que intentaba oír los pasos del asesino no escuchaba nada.

Se decidió y abrió la puerta del servicio, sacó la mitad de su cuerpo cuidadosamente al pasillo y sintió un fuerte golpe en su nuca, lo que le hizo caer al suelo.

Lo siguiente que notó fue como una mano lo agarraba por detrás del cuello. Paul sabía que le costaría salir de ese aprieto.

1 comentario:

BorjaSanchez dijo...

este capítulo me ha gustado bastante, tiene más acción ;)

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